isyad
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Bueno, ya una ves los aburri con Isyad(El Fin de Una Historia). ahora despues de mucho tiempo de practicas en gramatica y narracion(MEDINA fuiestes mi mas ferrio critico, espero que encuantres una mejora increible en mi gramantica). he mejorado mucho y les tengo una Nueva historia.
Para no aburrirlos y como no la he terminado la ire poniendo por partes.
Espero que les guste.
Cuenta la historia que había un Mago en una tierra lejana llamada Bhelannia, era una región extraña, en la que predominaba la magia.
En una mañana gris, Koch decidió que ese día caminaría por las fronteras del territorio, cuando a lo lejos notó la presencia de unos extraños.
-¿Quienes serán?-pensó Koch.
De repente se percató que uno de los extranjeros estaba huyendo, mientras que los otros le perseguían y lanzaban flechas.
-¿Lo ayudo?
-¡para que!, si fuera al contrario el me dejaría morir.
-seguiré mirando a ver que pasa- pensó Koch.
Una flecha rozó la pierna del hombre que huía. Este cayó al suelo, recogió una de sus espadas y escudo; luego tomó una postura defensiva para confrontar a sus agresores.
-¡Seis a uno!, esto esta interesante- pensó Koch.
-después que lo maten me voy a divertir con estos extraños. Tengo unos hechizos nuevos que quiero probar.-susurró Koch, mientras miraba.
Sin embargo nunca se imaginó que vería una gran pelea.
-Tu ejército fue difícil de vencer y solo hemos quedado nosotros.- dijo el Jefe de los seis.
-si, el esfuerzo de tus soldados fue en vano-dijo uno de los seis.
-mira que sacrificarse para que escaparas-dijo el Jefe de los seis, en un tono burlesco.
El Guerrero solo sonrió y dijo:”Púdranse malditos Visigodos, hoy le regalaré seis almas al Diablo”.
-Maten a esa escoria bizantina- dijo el jefe de los Godos.
Solo que cometieron un error; no lo atacaron todos a la vez, sino que de tres en tres.
En la primera oleada; el bizantino lanzó una de sus espadas mientras se acercaban sus enemigos, y derribó a uno. Los dos que quedaron lanzaron sus lanzas, mientras corrían hacia él. El bizantino esquivó una con el escudo y la otra moviéndose levemente hacia su izquierda. Impactó a uno con el escudo y lo derribó, dejándolo inconciente. El otro fue atravesado con la espada.
Al ver esto el jefe de los godos mandó a los dos que estaban a su lado. Uno de los cuales lanzo una flecha y rozó levemente la otra pierna del bizantino, el cual cayó de rodias. Tirado en el suelo derribó a uno, tirándole el escudo en los pies. El otro visigodo atacó con su espada. En el intercambio de golpes el godo hiere en el brazo izquierdo a su enemigo, pero con la derecha el bizantino atraviesa a su agresor. El compañero de este se levanta del piso y dice:”te arrepentirás maldi…” cuando de repente una lanza atravesó su garganta.
Por un momento el bizantino olvidó que en la primera oleada había dejado inconciente a uno.
-Solo quedamos nosotros, Lindemann.-dijo el bizantino.
-Hoy Cumpliré la orden de matarte que me dio Sigiberto, Weslacus.-dijo Lindemann.
Aquellos dos hombres se abalanzaron uno contra el otro como perros rabiosos, parecía que el fin de la tierra estaba en juego. El odio se regocijaba al ver la más grande de sus creaciones. La ira y el rencor se tomaban una bebida, se carcajeaban y felicitaban al odio. La lúgubre muerte con una sonrisa serena, esperaba la promesa de Weslacus o el cumplimiento de la orden de Sigiberto.
El final de uno de los dos era inminente. Weslacus cayó al suelo y la espada de Lindemann atravesó su hombro.
-¡muere maldito bizantino!-grito Lindemann.
Weslacus en su afán de sobrevivir tomó una lanza y atravesó el abdomen de su enemigo. Se levanto, sacó la espada de su hombro; cuando de repente un rayo cayó detrás de él. Miró hacia atrás y observó al Godo que había dejado inconciente, fulminado por la descarga de un rayo.
-que tierra mas extraña esta.-dijo weslacus.
-¡maldición!, yo quería fuego y no un rayo. Susurró Koch.
-seguiré a este hombre para ver lo que hace. Espero que no se encuentre a la emperatriz.
Para no aburrirlos y como no la he terminado la ire poniendo por partes.
Espero que les guste.
Genesis(Unos extraños)
Cuenta la historia que había un Mago en una tierra lejana llamada Bhelannia, era una región extraña, en la que predominaba la magia.
En una mañana gris, Koch decidió que ese día caminaría por las fronteras del territorio, cuando a lo lejos notó la presencia de unos extraños.
-¿Quienes serán?-pensó Koch.
De repente se percató que uno de los extranjeros estaba huyendo, mientras que los otros le perseguían y lanzaban flechas.
-¿Lo ayudo?
-¡para que!, si fuera al contrario el me dejaría morir.
-seguiré mirando a ver que pasa- pensó Koch.
Una flecha rozó la pierna del hombre que huía. Este cayó al suelo, recogió una de sus espadas y escudo; luego tomó una postura defensiva para confrontar a sus agresores.
-¡Seis a uno!, esto esta interesante- pensó Koch.
-después que lo maten me voy a divertir con estos extraños. Tengo unos hechizos nuevos que quiero probar.-susurró Koch, mientras miraba.
Sin embargo nunca se imaginó que vería una gran pelea.
-Tu ejército fue difícil de vencer y solo hemos quedado nosotros.- dijo el Jefe de los seis.
-si, el esfuerzo de tus soldados fue en vano-dijo uno de los seis.
-mira que sacrificarse para que escaparas-dijo el Jefe de los seis, en un tono burlesco.
El Guerrero solo sonrió y dijo:”Púdranse malditos Visigodos, hoy le regalaré seis almas al Diablo”.
-Maten a esa escoria bizantina- dijo el jefe de los Godos.
Solo que cometieron un error; no lo atacaron todos a la vez, sino que de tres en tres.
En la primera oleada; el bizantino lanzó una de sus espadas mientras se acercaban sus enemigos, y derribó a uno. Los dos que quedaron lanzaron sus lanzas, mientras corrían hacia él. El bizantino esquivó una con el escudo y la otra moviéndose levemente hacia su izquierda. Impactó a uno con el escudo y lo derribó, dejándolo inconciente. El otro fue atravesado con la espada.
Al ver esto el jefe de los godos mandó a los dos que estaban a su lado. Uno de los cuales lanzo una flecha y rozó levemente la otra pierna del bizantino, el cual cayó de rodias. Tirado en el suelo derribó a uno, tirándole el escudo en los pies. El otro visigodo atacó con su espada. En el intercambio de golpes el godo hiere en el brazo izquierdo a su enemigo, pero con la derecha el bizantino atraviesa a su agresor. El compañero de este se levanta del piso y dice:”te arrepentirás maldi…” cuando de repente una lanza atravesó su garganta.
Por un momento el bizantino olvidó que en la primera oleada había dejado inconciente a uno.
-Solo quedamos nosotros, Lindemann.-dijo el bizantino.
-Hoy Cumpliré la orden de matarte que me dio Sigiberto, Weslacus.-dijo Lindemann.
Aquellos dos hombres se abalanzaron uno contra el otro como perros rabiosos, parecía que el fin de la tierra estaba en juego. El odio se regocijaba al ver la más grande de sus creaciones. La ira y el rencor se tomaban una bebida, se carcajeaban y felicitaban al odio. La lúgubre muerte con una sonrisa serena, esperaba la promesa de Weslacus o el cumplimiento de la orden de Sigiberto.
El final de uno de los dos era inminente. Weslacus cayó al suelo y la espada de Lindemann atravesó su hombro.
-¡muere maldito bizantino!-grito Lindemann.
Weslacus en su afán de sobrevivir tomó una lanza y atravesó el abdomen de su enemigo. Se levanto, sacó la espada de su hombro; cuando de repente un rayo cayó detrás de él. Miró hacia atrás y observó al Godo que había dejado inconciente, fulminado por la descarga de un rayo.
-que tierra mas extraña esta.-dijo weslacus.
-¡maldición!, yo quería fuego y no un rayo. Susurró Koch.
-seguiré a este hombre para ver lo que hace. Espero que no se encuentre a la emperatriz.
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